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El camino de las mujeres I

Entre 1934 y 1945 miles de hombres de diferentes orígenes fueron encarcelados en el Fuerte de Alfonso XII o también denominado Fuerte de San Cristóbal, localizado en la cima del monte Ezkaba.

1934 – 1945

En esos mismos años, cientos de mujeres subieron al penal a apoyar a estos presos, muchas veces sin ni siquiera conocerlos con anterioridad. Mujeres que tejieron redes y se organizaron para apoyar a los presos recluidos en dicho penal. Mujeres que, bien por su ideología y solidaridad, bien por sus lazos de parentesco, hicieron todo lo posible recorriendo estos caminos para llevar comida, ropa, tabaco, realizar visitas…

Estos grupos de mujeres comenzaron a organizarse en 1934, cuando esta fortificación militar empezó a usarse como penal tras la represión ejercida en octubre de este año, sucesos conocidos como la Revolución de Asturias. El penal comenzó a hacerse conocido por la dureza con que se trató a los presos políticos de aquel momento: el hambre, la humedad, el frío, las inundaciones, las enfermedades… La situación en la que se encontraban estos presos supuso la creación una gran red de solidaridad entre las vecinas de Pamplona, que se solidarizaron y apoyaron en la medida de lo posible a los presos recluidos en el Fuerte.

Por un lado, mujeres socialistas, nacionalistas, comunistas, republicanas y anarquistas de Pamplona se organizaron para ayudar, apoyar y servir de enlace con las familiares de los presos recluidos en dicho penal. Por otro lado, también las familiares que se encontraban a cientos de kilómetros crearon redes para poder apoyar a sus familiares que se encontraban presos tan lejos de sus casas.

En el pueblo de Nava de la Asunción, en Segovia, Celia Barbado García recuerda cómo las mujeres de los pueblos de la zona se organizaron, juntando dinero, comida y la ropa y turnándose cada 15 días para poder llegar hasta el Fuerte, un viaje que duraba 24 horas. Familiares del preso que fueron castigados en varios sentidos, sobre todo tras el golpe de estado militar. Por un lado, ejerciendo la represión: quitándoles las propiedades, el trabajo, humillándolas… por otro lado, enviando a sus familiares presos a otras comunidades, alejándoles de ellas. Esto ocurrió con los presos del Fuerte, la mayoría de ellos procedían de lugares lejanos, con lo que las familias tenían grandes dificultades para realizar las visitas y para hacerles llegar la poca ayuda material que podían darles. Los presos se encontraban prácticamente incomunicados, muy lejos de su tierra, de su familia, encerrados en un edificio construido en la cima de un monte. Muchas mujeres viajaron para realizar las visitas y llevar ropa y alimento, y muchas otras optaron por quedarse a vivir en Pamplona.

Durante la primera etapa del penal en la II República, la organización mayoritaria de las redes de solidaridad fue creada en coalición entre partidos republicanos, socialistas y el Socorro Rojo Internacional (organización vinculada al Partido Comunista). Todos estos grupos crearon la denominada “Alianza de Socorros”, encargada de atender a los presos y sus familiares. Así lo contó Josefina Guerendiain Caro en sus memorias, en las cuales describe los tres días de visita semanales, la recolecta de dinero, la recogida de ropa y su lavado, y cómo con 16 años preparaba el tabaco, las cazuelas de ajoarriero, carne guisada, pan… para los presos. Testimonios que narran el miedo, las duras condiciones de la subida, con nieve, frío y cómo escondían la comida entre la ropa y subían por el camino de Artica. Camino que aún no existía y para orientarse rompían trocitos de trapos o periódicos que iban tirando por el camino para no perderse en la vuelta a casa. Algunos guardias, al oscurecer les quitaban los trocitos para que se perdieran por el monte.

Todos estos grupos crearon la denominada “Alianza de Socorros”, encargada de atender a los presos y sus familiares.

Estas redes de militancia y solidaridad no fueron única y exclusivamente creadas para los presos del Fuerte de San Cristóbal. En algunos de los testimonios se muestra cómo la ayuda se extendía a otras cárceles. De hecho, algunas de estas mujeres, como Carmen Fleta Recio siguieron organizadas para ayudar a los presos de la Cárcel Provincial de Pamplona hasta pasados los años 50.

La lucha, la constancia y la fuerza que muestran todas estas mujeres es admirable.